m. esther val rodríguez
para Congo:
todavía tienes esa mirada enajenada
ese ímpetu por hacerme feliz
ese afán de protegerme de mi misma
y eres capaz de decirme
convencido y muy en serio
yo nací para quererte
-tú, que no eres nada romántico-
justo en el momento preciso
en que voy a derrumbarme
envuelta en las tinieblas del pasado
que a veces se me enredan en el pelo
todavía me sorprendes con caricias nuevas
y creas ese espacio en blanco
donde puedo desplegar mis alas
protegida de un viento súbito
y me tocas ahí, justo ahí donde sabes
que va a producirse el deshielo
y que me voy a derretir incontrolable
en el preámbulo del último gemido
no sé cómo
-te lo juro-
no sé cómo
pero todavía sucede
todavía nos sigue sucediendo
debería decir
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m. esther val rodríguez
-II-
el hijo que no tuve
se llamaría como tú
por seguir la tradición
y sería fuerte moreno
y tan decidido
que sería lo que ambicionara en la vida
-o al menos lo intentaría-
el hijo que no tuve
nos querría a los dos por igual
y querría a los animales
y sería tolerante con las personas
y respetaría la naturaleza
y no podría vivir sin mar
como nosotros
el hijo que no tuve
todavía late en mi vientre
los días como hoy
- brumosos y de porcelana-
y me mira con tus ojos cobrizos
reclamando ese abrazo
que lo mantiene con vida
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